martes, 17 de agosto de 2010

Adiós al closet - Bienvenid@s

Todo en la vida es una construcción. O una deconstrucción. Tomamos aquello que recibimos, primero de la naturaleza, luego de la familia, escuela, amigos, entorno, trabajo. Con esos ingredientes sobre la mesa, elegimos qué queremos y qué no. En muchas ocasiones, queremos cosas que nos gustan, y en otras no. Son estas últimas, las que elegimos por gusto o deseo del otro, por permiso o prohibición, aquellas que nos encierran en un mundo funcional (en el mejor de los casos) pero sin realizaciones.

Elegimos qué amigos tener, qué carrera seguir, qué trabajo emprender, qué proyectos encarar. Elegimos, sí. Aunque las elecciones a veces sean forzadas, o respondan a necesidades concretas, somos nosotros los que tenemos la última palabra. O el último silencio.

Porque callar es una forma de decir. No hacer es una forma de hacer. Quedarse, conformarse, encerrarse, adormecerse, son maneras de decidir, aunque a primera vista no lo parezca.

Cuando aceptamos un trabajo sólo por la paga, o estudiamos lo que se supone que conviene, o nos relacionamos con quienes es política, moral o socialmente correcto, nuestros verdaderos deseos reprimidos quedan enclaustrados, escondidos, encajonados.

El closet remite a eso. A la sensación de calma aparente, de positivo avance o progreso en una vida que en realidad poco tiene de tal. Todo está en orden, colgado, suspendido, doblado, planchado y perfumado. Y sin embargo algo huele mal. El alma se nos va arrugando, el corazón se enfría, la cabeza se enmohece.

El colegio es un closet. La oficina del trabajo odiado es un closet. El púlpito es un closet. El cuarto oscuro del que vota sin convicción es un closet. El estado ante el que alguien se casa con quien no quiere es un closet. La heladera llena de cosas que forjan siluetas para otros es un closet. El local en el que compramos ropa que dice mucho de la marca y poco de nosotros es un closet. El abrazo de aquella madre que nos desconoce es un closet. Cajones, cajones, cajones. Cosas guardadas por mucho tiempo, que nunca se usarán, ocultas bajo lo que otros quieren ver.

Cada tanto nos cruzamos con personas que abren la puerta, miran, dicen “qué lindo”, y se van. Entretanto, somos los únicos testigos de una erosión. Vamos tejiendo nuestra existencia con géneros confortables, telas que todos ambicionan. Menos nosotros.

Así vistos, es como si jugáramos eternamente a los disfraces, sin saber jamás con qué queremos vestirnos porque los atuendos que realmente deseamos nunca nos hemos animado a probarlos.

Finalmente, con los cueros desteñidos, apolillados, duros de tanto estar apretados, nos damos cuenta de que necesitamos salir al sol, desnudarnos, calentarnos el alma y brillar, por fin, a los ojos de todo el mundo.

Cuando uno se rebela, y se revela, nada cambia en esencia. Somos los mismos que siempre hemos sido. Pero hay algo que sí se modifica, y es la percepción de nosotros que tenemos y tienen los demás. Aquellos que nos quieren aprenderán, tarde o temprano, que ese ser al que tanto aman ha sido infeliz por no dañar sus expectativas. Y tendrán la chance, merecida o no, de conocernos como realmente somos.

Darnos y darles esa chance es el mayor acto de amor. Y si quieren hacer oídos ciegos a lo que tenemos que decir, entonces el encierro será su elección, y no la nuestra. Y podremos extender las alas y volar a la vista de todo el mundo, sabiendo que sólo nos apreciaran unos pocos, que son los que importan. Pero los que verdaderamente importamos somos nosotros mismos.

Este blog es un espacio de reflexión, de esparcimiento, de catarsis, de liberación. Un lugar donde elijo mirarme al espejo tal como soy, y le ofrezco a quien se acerque un reflejo imperfecto, pero genuino que se llama identidad.

Con humor, literatura, agudeza, tonterías, ocurrencias y desvaríos quiero contar fragmentos de mi historia y las de otros, que en definitiva son la misma. La de quienes alguna vez nos sacamos el polvo de los hombros y le dijimos, por fin, adiós al closet.

Bienvenid@s

2 comentarios:

  1. Hola hermoso ser, de lo mejor que leí ultimamente tuyo y de nadie.
    Cuánto de verdad, cuánto de vos hay acá y espero que así siga surgiendo, como manantial, como fluye este escrito de bienvenida.
    Bienvenida a Dani, que quiere ver el sol.

    Festejo esta iniciativa y voy a estar merodeando por acá.
    Te quiero mucho, y lo sabés, y sufro si hay en tu alma dolor.
    Cuidate mucho y seguimos abrazados.

    Pao

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  2. Pao, me emocionan tus palabras. Gracias enormes desde el cuore. Yo también te quiero.
    Bienvenida

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